El actual contexto electoral lleva a los y las afroperuanas a un análisis impostergable de nuestro accionar como movimiento y los retos que aún tenemos que enfrentar como parte de este diverso Perú.
El racismo y la pobreza continúan siendo temas fundamentales de la agenda afroperuana. La discriminación por razones de género, raza y clase siguen profundizando las brechas de desigualdad, temas que todavía no son atendidos. Aún existen cientos de mujeres víctimas de esterilizaciones forzadas durante la dictadura de Fujimori y que están esperando justicia, de ellas, se desconoce cuántas son afrodescendientes.
A pesar que una de las recomendaciones del Comite para la Eliminación de la Discriminación Racial (CERD), indica al Estado peruano “que se comprometa a luchar contra la discriminación racial mediante la elaboración de una política global y nacional de lucha contra el racismo y la discriminación racial y que incluya en su próximo informe indicadores
sobre el disfrute de los derechos garantizados en la Constitución por los diferentes pueblos indígenas y comunidades afroperuanas” no se ha logrado avanzar en nada al respecto y queda claro que no existe la voluntad política para que así sea.
El pasado 11 de marzo la Defensoría del Pueblo presentó el informe “Los afrodescendientes en el Perú: una aproximación a su realidad y al ejercicio de sus derechos”, evidenciando su preocupación por la discriminación estructural que sufre la población afroperuana. Según la ENAHO 2004 (encuesta nacional de hogares) el pueblo afroperuano presenta un alto porcentaje de pobreza (35.7%), y 4% de pobreza extrema. En ese mismo documento se indica que el Estado Peruano en su último informe presentado al CERD menciona que sólo el 2% de la población afroperuana logra culminar la universidad.
El contexto, sin duda, es poco alentador a pesar que este año ha sido declarado por Naciones Unidas (ONU) como el Año Internacional de los afrodescendientes. En
muchos casos, las conmemoraciones que deben tener a todas luces un carácter político y de reivindicación social se han traducido en presentaciones folclóricas y celebrativas que no permiten evidenciar la real situación de pobreza y exclusión del pueblo afroperuano.
En este momento de tanta polarización en el país, el racismo y la intolerancia se han hecho presente nuevamente de forma agresiva y sin tapujos, evidenciando uno de los graves problemas no resueltos del Perú.
Este 4 junio no es una fecha de celebraciones ni fiestas, es un llamado de atención al Estado y sus autoridades para generar acciones concretas que garanticen los derechos fundamentales de los y las afrodescendientes y por fin construir la ruta de la inclusión y el reconocimiento a través de políticas públicas y medidas afirmativas que desde un enfoque de derechos humanos puedan trabajar contra la exclusión, la pobreza y a favor del desarrollo.
PERUAFRO "AFROPERUANAS FEMINISTAS"