miércoles, 20 de mayo de 2015

ALEX BAZÁN NO HONRA SU PALABRA

Hoy tomamos conocimiento del documento real, firmado por el entonces candidato Alexander Bazán Guzmán, donde dentro de muchos puntos pone ALEX SE COMPROMETIÓ DE SU SUELDO PARA LA CONSTRUCCIÓN DEL PARQUE INFANTIL Y NO DEL INGRESO DEL CONSEJO, DEL SUELDO DEL ALCALDE

Hoy lo vimos y oímos todos los que ahí estuvimos a que DE SU SUELDO DONARÍA LA IMPLEMENTACIÓN DEL PUESTO DE AUXILIO RÁPIDO (PAR) DE MONTEJATO.

Señor Bazán, ese PAR ha sido construido por las manos de los pobladores de Montejato y la donación de materiales del ex candidato Luis Revilla Seminario y hoy nos enteramos que se ha programado el gasto por mas de 56,000 nuevos soles. ¿en que Señor Alcalde si solo faltaba techar los menos de 30 m2?

Hoy nos damos cuenta, según lo conversado con los pobladores despues de su huida escoltado por mas de 13 PNP, 8 Serenos, 3 Policías Municipales, que nuevamente mintió.

Aquí un extracto de lo que entiende Edmundo Vera Manzo como Honrar la Palabra

Honrar la palabra es el compromiso moral que asume una persona de cumplir lo que ofreció. Quien honra su palabra lo hace no porque firmó un papel, entregó prendas, por temor de perder el trabajo, ir preso o porque lo puedan asesinar. Quien honra su palabra lo hace simplemente porque lo ofreció, se siente internamente obligado a cumplir.

Quien honra la palabra, primero tiene honra. Simultáneamente, es una persona honrada, tiene dignidad, es íntegra.

La palabra, para quien la honra, es una parte inseparable de lo que piensa, siente y de lo que hace. Es un ser integral.

Las personas conocidas porque honran su palabra, lo que más cuidan es lo que dicen, lo que ofrecen. La mayor riqueza de una persona honrada es su palabra. Cuando expresa o pide algo, se sabe que lo va a cumplir. No cumplir lo ofrecido es empobrecer la imagen que se tiene de uno mismo.

Las personas que se desintegran, que se dividen entre el pensar y el expresar y entre el expresar y el hacer, no son personas que pueden honrar su palabra. José Martí decía “Quien no expresa lo que piensa no es un hombre honrado”, también “No se dice, se hace”. El hacer sintetiza la unidad de un ser íntegro.

Quienes en forma repetida no honran su palabra, cada vez se hacen más pequeños, se van autodestruyendo y llega un momento en que su palabra y, por tanto, su persona, no vale nada. Una persona honrada, digna, no puede dejar pasar palabras que afecten a su honra. Al ser reclamado o emplazado quien no honra sus palabras, por incumplido, murmurador o mentiroso, es puesto en evidencia por quien tiene autoridad moral y es ubicado en su lugar ante la conciencia colectiva. Sirve de muy poco ser muy inteligente, saber mucho, hablar y escribir bello y ser un mentiroso, tránsfuga, demagogo y hasta decir palabras verdaderas, si no existe una unidad con su conducta. Quienes cambiaron sus principios éticos, o ya no los tienen, no pueden soportar el fuego de la verdad, porque son de paja. El honrar la palabra, en un mundo en que se encuentra muy devaluada, es una verdadera estética de la conducta.

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