viernes, 20 de enero de 2012

Un policía en el puente Montalvo


Viernes, 20 de enero de 2012 | 5:00 am
por Augusto Alvarez Rodrich


La condena absurda al general Alberto Jordán.

La condena de 18 meses de pena privativa de la libertad condicional y el pago de una reparación de diez mil soles que la justicia policial le aplicó ayer al general (r) Alberto Jordán, por el supuesto delito de incumplimiento del deber, constituye un hecho absurdo e injusto que habla muy mal del entendimiento institucional de la importancia que tiene una vida.
En realidad, antes que por incumplimiento del deber, al general Jordán lo han condenado porque en la revuelta producida alrededor del puente Montalvo, en Moquegua, en junio de 2008, prefirió proteger la vida de los manifestantes y de los policías antes que disparar a mansalva produciendo una matanza.
Más de mil manifestantes habían tomado el puente Montalvo, en Moquegua, el cual contaba con una dotación policial de sólo unos sesenta policías al mando del general Jordán. La orden que éste le había dado al destacamento policial fue la de no disparar con el fin de evitar muertes.
En el marco de una negociación que en vez de ser conducida por la autoridad política –como corresponde en una democracia–, y en ausencia de esta, debió ser asumida directamente por el mando policial, la situación se desbordó y devino en la captura, como rehenes, de Jordán y la tropa.
En medio del desorden, se produjo una declaración pública del general que pareció complaciente con las motivaciones detrás de la protesta de la población moqueguana. Luego de una negociación posterior, el general Jordán y su tropa fueron ‘liberados’.
El comportamiento de Jordán fue una expresión de prudencia y de manejo responsable de una situación compleja y de alto riesgo que podía haber degenerado en una matanza.
Sin embargo, el mando policial consideró que Jordán había desacatado las órdenes y, por ello, le planteó una demanda ante la justicia policial, la cual ha encontrado eco, casi cuatro años después, en el Tribunal Supremo Militar Policial, el cual le aplicó ayer la sentencia antes mencionada.
Dicha condena es una injusticia pero, antes que eso, significa una expresión de lo poco que la institución policial valora una vida.
A Jordán deberían haberlo condecorado por resistir, con su tropa, la tentación del uso indiscriminado de sus armas como expresión absurda de eso que se conoce como ‘principio de autoridad’ y que se usa, con frecuencia, de acuerdo con ese lema informal y lamentable de que ‘autoridad que no abusa, se desprestigia’.
Pero el problema de fondo es la manera cómo la autoridad democrática suele encarar los conflictos sociales, encargándole a la policía una negociación que es, principalmente, política antes que represiva, y en la que el mando policial acaba pagando, de un modo injusto, los platos rotos.

http://www.larepublica.pe/columnistas/claro-y-directo/un-policia-en-el-puente-montalvo-20-01-2012

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