lunes, 11 de marzo de 2013

Lucía Dammert: “Muchos delincuentes son adictos, alcohólicos o enfermos mentales”


Dammert advierte. Los delitos se anotan en cuadernos. Nadie sabe cuántos de esos delitos son denunciados en la fiscalía.

Dammert advierte. Los delitos se anotan en cuadernos. Nadie sabe cuántos de esos delitos son denunciados en la fiscalía.
Socióloga, doctora de la Universidad de Leiden. Directora ejecutiva del Consorcio Global para la Transformación de la Seguridad.


Rosa María Palacios.

-¿Por qué el Perú no ha logrado tener un sistema de información sobre el delito que permita tomar decisiones? ¿Qué fue lo que nos pasó en el camino para tener información parcial y a veces inconsistente entre instituciones?

En general, la data en seguridad en los países en América Latina hace 30 años era de regular a mala. Se creía que la policía estaba para estar en la calle, prevenir, controlar, investigar y se acabó. Hace 20 años, a inicios de los 90, se empieza a hacer cambios en las instituciones policiales. Los Estados se dan cuenta de que no pueden seguir con el vigilante callejero, no profesionalizado y no técnico. Ahí comienza el cambio en la atención a la estadística. En Perú eso no pasó. Seguimos con un servicio policial mucho más reactivo, básico, muy vinculado con serios problemas de corrupción. Hasta ahora no ha habido ningún gobierno que haya estado seriamente interesado en que Interior tenga una base de datos. De hecho el área de estadística de la PNP es superdébil, lo que va de la mano con otras debilidades. Todavía estamos en un nivel en el que los delitos son anotados en cuadernos y nadie sabe cuántos de esos delitos denunciados realmente pasan a la fiscalía.

-Incluso en el caso de homicidios, en el que es sencillo contar en forma objetiva a las víctimas de un crimen violento, hay divergencias.

Eso ya es inadmisible. De una institución a otra puedes tener 1000 muertos menos. No son diferencias de 4 muertos menos, sino 500 o mil muertos menos. Es inadmisible además porque hace rato que lo venimos diciendo. No es que nos enteremos hoy día de que tenemos un problema de inconsistencia en los datos. La tasa oficial de homicidios dio en esta década un salto de una tasa de 10 a 22 por 100 mil habitantes y como que a nadie le preocupó averiguar si el cambio era metodológico. Es importante reconocer que el Perú ha hecho inversiones importantes en muchas áreas para reformar el Estado pero en esto estamos como en los setentas.

-¿Por qué el Ministerio Público a través de las morgues y la PNP no pueden centralizar todo y obtener en una sola cifra?

En el caso de delitos con un cadáver de por medio el dato debía ser el del Ministerio Público. Pero en los demás delitos el Ministerio Público va a tener solo las denuncias que son judicializadas y eso va a ser un porcentaje menor de todo lo que llega a la policía. En el Perú hoy, si hay 100 robos solo 50 deciden ir a denunciar a la policía, y de esas 50, la policía solo le pasa al Ministerio Público unos 20 que son los más graves. Si nos quedamos solo con el dato del Ministerio Público, de los 100 hechos delictivos conocemos 20 y por ende con esa data no se puede tomar decisiones sobre cuántos policías sacar a la calle, a qué hora deberían de estar y exactamente adónde. Para eso la PNP necesita datos serios.

-En las encuestas de victimización, ¿no se puede comparar datos de comisaría vs percepción ciudadana porque no hay datos de comisaría agregados?

Están los anuarios de la policía desde la época cero, pero son anuarios que tienen muy poca rigurosidad. Uno no sabe realmente qué es lo que se está registrando ahí, cómo se está registrando, qué nivel de sistematización tiene. Que el mismo ministro del Interior no use sus anuarios va demostrando que hay un problema. Solamente es cuestión de observar a los últimos tres ministros en esta administración. Cuando han ido al Parlamento han entregado informaciones diferentes sobre hechos muy parecidos. No es un problema del ministro, es un problema de toda una estructura. Si vas a la comisaría y preguntas quién es el encargado de datos te pueden decir que está vigilando el tránsito y regresa en la noche para llenar los datos. Dentro de la estructura del Ministerio del Interior el área estadística, el área de sistematización del conocimiento, no es considerada clave sino subsidiaria. No se han hecho todavía las relaciones que permiten saber que si hay más robos en La Molina en la noche y en Miraflores en la tarde voy a mandar más policías en la noche a La Molina y más en la tarde a Miraflores. Cuando tú ves en detalle el trabajo policial todo es al olfato.

-Una de las paradojas sobre la seguridad en el Perú es que, contrario a lo que piensa la mayoría, nuestra tasa de homicidios es baja en comparación con el resto de Latinoamérica. Sin embargo, la victimización de personas encuestadas respecto a otros delitos es probablemente una de las más altas de Latinoamérica. ¿Cómo se explica esa diferencia?

Felizmente estamos en un país donde todavía los criminales no son homicidas. Esto pasa en muchos países que tienen concentraciones en delitos contra el patrimonio. Sí hay muchos delincuentes pero son todavía delincuentes “bagatela”, que pueden entrar a tu casa o robarse el auto, pero no es gente que va a matar. Sin embargo es incrementalmente creciente la cantidad de gente que sí te mata. Habría que mirar si esos homicidios –y eso es parte del signo de interrogación en Perú– que van apareciendo son homicidios de hechos no organizados o, lo que yo creo, vinculados al tráfico. En la mayoría de los países los homicidios representan más que delitos extraños, delitos organizados: tráfico de armas, tráfico de personas, tráfico de drogas. Lo que pasa en Perú en el día a día es que hay mucho delito callejero y por ende es muy probable que la gente lo sienta. No creo que la gente esté loca y tiene temor porque lee el diario. Evidentemente los medios de comunicación ayudan con una super representación de los hechos, pero también pasa que el Perú ha crecido mucho y la expectativa de la gente de vivir mejor también. Por eso ya no acepta con resignación que le roben.

-En la experiencia internacional hay medidas que sí funcionan y hay medidas que no funcionan. Empecemos primero por lo que no funciona.

No funciona aumentar las penas a destajo en las leyes. El populismo penal es tremendamente electoral. No hay que olvidarnos de que se ha ofrecido pena de muerte cuando sabíamos que era imposible aplicarla.

-La frase “populismo penal” la ha puesto de moda en el Perú. Hasta la ministra la usa.

Ojalá que eso signifique que no sigamos con el “ofertón” de decir, por ejemplo, que si un muchacho de 14 años ha matado vamos a bajar la edad de imputabilidad penal. Eso tampoco funciona.

-Desde que se promulgó el Código Penal en 1991 hasta hoy, ha tenido 408 modificaciones. Y el delito crece.

La generación espontánea de tipos delictuales no sirve. Tampoco sirve encarcelar a primarios. La experiencia internacional demuestra que es bueno dar castigo a los infractores de ley. Castigos apropiados –cuando tú eres primario y no violento principalmente– a tu reinserción. Pero si tú lo vas a meter a Maranguita, o lo vas a meter a un centro del Inabif, o a San Jorge, olvídate. Ahí entras primario y sales secuestrador. No tenemos todavía en el país un sistema penitenciario alternativo que los segregue correctamente. Hoy en día lo que te dice la literatura es que es preferible emplearlos en hacer trabajo comunitario.

-La gente quiere castigo y físico si fuera posible. El mismo Presidente ofreció trabajos forzados y su Ministro de Justicia le tuvo que explicar que eso estaba prohibido hacía muchísimos años en el mundo civilizado.

Digamos el sentido común no es el más común de los sentidos. Hay que ir un poquito más atrás. Uno a veces cree que todos los delincuentes son un grupo de vagos que están sentados pensando “¿qué hago para vivir mejor? Voy a salir a robar”. En realidad, en un porcentaje muy alto son adictos, alcohólicos, enfermos mentales, gente que ha sido maltratada o violada por su familia, niños que no tienen ningún familiar cercano que haya trabajado en ningún lado y que no saben lo que es la ética del trabajo. Si nosotros como sociedad no reconocemos que existe eso mal vamos a poder generar soluciones para ese problema. Pasa que es superimpopular hablar de los delincuentes en sus carencias pero más cierto es que los delincuentes no se van a ir a ningún otro país, se van a quedar acá.

-¿Qué más no funciona?

No funciona sacar a la policía a la calle sin conocimiento. Si tú dices voy a sacar 20 mil policías más a la calle pero no sabes dónde ocurren los delitos los vamos a tener a todos parados en la Vía Expresa o en la avenida Arequipa. Eso funciona solo como una alternativa política para que la gente vea a la policía. Hay que tener información para saber dónde instalar a la policía, a qué horas, en qué condiciones.

-¿Qué funciona en seguridad en la experiencia internacional?

Funciona el “más vale prevenir que controlar”. Funciona que, identificando algunos factores de riesgo en algunas localidades, se puede intervenir. Por ejemplo problemas de adicciones, de consumo, deserción escolar.

-¿Hay una relación directa entre el consumo y la delincuencia?

Bastante vinculante. Hay pocos estudios hechos acá, pero por ejemplo en Chile se hizo un estudio que determinó que el 80% de los detenidos por haber cometido un delito tenían consumo de droga previo en las últimas 24 horas. Entonces, o estaban robando para comprar drogas o estaban robando bajo la influencia. Te aseguro que en el INPE, si hiciéramos un escaneo de los presos, tendrías un porcentaje muy importante de gente adicta así como también gente que tiene enfermedades mentales. Pero más allá de los problemas más gruesos, se ha identificado que los niños que abandonan el colegio tienen mucha más probabilidades de terminar en la delincuencia. Tratar esto es menos popular. Nos ha pasado que la gente va a decir que hacer eso es preocuparse de los derechos humanos del delincuente. Estamos muy mal. No nos damos cuenta de que si no invertimos en el potencial delincuente mañana van a venir a matarnos. Uno ya lo ve en otros países. Mira, embarazo adolescente es otro tema. A la niña o adolescente que queda embarazada generalmente la botan del colegio o la botan de la casa. Su pareja ¿qué va a hacer para
mantenerla? O ella ¿qué va a hacer para sobrevivir con su hijo? Obvio, vender droga que es lo más fácil. Esto claro, va más allá del Ministerio de Interior.

-¿Sería bueno identificar a todos los jóvenes de entre 16 y 25 años que no trabajan ni estudian?

Creo que en el Perú ya estamos en un 30%, lo que pasa es que acá como hay informalidad es más difícil determinarlo. Hace poco escuché a Insulza decir que en América Latina entre el 28% y 30% de los jóvenes no trabajan ni estudian. Ahí es donde el aparato del Estado puede tener una acción positiva de evitar carreras criminales.

-En el mundo hay policías que sí funcionan y otras que no funcionan. ¿Por qué sucede esto?

En el caso peruano, el Ministerio del Interior no puede ser un ministerio de juego político contingente. Tiene que ser un ministerio técnico. Así como uno tiene que definir cuántas vacunas necesita el país, también así se tiene que definir la compra de armas. Eso significa tener una racionalización del uso del personal policial que está muy centrado en temas burocráticos que requiere estar más en la calle. Por otro lado, la policía peruana hoy es una policía a tiempo parcial, entonces con eso no llegamos a ningún lado.

-¿Qué funciona?

Cuando tú ves la policía que funciona tenemos varios factores. Primero, el policía es un funcionario público profesional, es valorado por la ciudadanía, tiene salario, vacaciones, sistemas de protección social básicos, cuando es herido va a un hospital donde lo tratan bien, cuando queda lisiado tiene un seguro de vida. Es decir, tiene un sistema de protección que hace que sea muy complejo para él salirse porque lo que pierde es mucho. Segundo, son policías que tienen niveles de entrenamiento y profesionalización medianamente permanente, no te digo todos los años, pero no como acá, que haces tiro una vez en tu vida. Y esos niveles son muy importantes en países como éste porque se incrementan las formas del delito. Si tienes cibercrimen, y el policía no ha visto un computador, tienes que la brecha tecnológica entre el crimen y la policía es cada vez más grande. Tercero, las policías que funcionan son las policías que tienen una buena vinculación con su ciudadanía. En el Perú la rotación anual de los comisarios no permite creo yo establecer ningún lazo porque el comisario está 4 meses llegando y 4 meses yéndose. Cuando hice un estudio de la PNP entrevisté a 20 comisarios en todo el país. Los dos o tres que encontré mejores eran los que habían estado castigados dos años en el mismo lugar. La generación de una buena relación con la ciudadanía es una cosa muy de largo plazo que con este tipo de rotaciones permanentes no se logra hacer.

-El ministro Pedraza ha presentado un plan muy ambicioso de equipamiento. ¿Es relevante para generar realmente resultados mejores?

Sin duda la infraestructura es importante, lo que pasa es que estamos en unos niveles tan bajos. No tienen ni radios. Pero el problema principal es de calidad de recurso humano. No hay un nivel de preparación para los desafíos del país. Si bien hay áreas de la policía donde hay una preparación y niveles de formación más permanente como terrorismo o narcotráfico, lo que quiere la ciudadanía es un policía en la calle que la cuide del robo, no del gran crimen organizado. Esta separación entre una élite policial y una masa de suboficiales que están en la calle genera que el ciudadano tenga relación, con el menos formado, con el menos capacitado, con el menos puesto al día y con el que gana menos. Entonces tenemos dos paradojas, la policía no está donde más se le requiere y la mejor policía no está en la relación con la ciudadanía.

"NO HAY QUE POLITIZAR A LA POLICÍA"

- La salida del director de la PNP, Raúl Salazar, ¿va a mejorar la situación de seguridad ciudadana?

Otro eje de lo que funciona es no politizar a la policía. No existen las balas de plata en temas de seguridad. Si llegas a un momento tan político que la discusión sobre el jefe de la Policía llega al Parlamento entonces estamos poniendo la carreta delante del caballo. El jefe de la seguridad es el ministro del Interior y hasta ahí uno debería llegar. Si el jefe de la Policía no cumple con metas o está metido en problemas se le da de baja y sigue el siguiente. Pero estamos en una situación donde hemos metido a la institución policial en una discusión política. El jefe de la Policía en vez de estar pensando en cuál va a ser la estrategia de prevención del delito debe haber estado pensando en cuál es su estrategia de sobrevivencia. Es bien peligroso que la policía juegue ese juego porque una policía política es lo peor que nos puede pasar. Pensar que se acabó el tema porque en tres meses cambian al ministro sería bien peligroso. Ojalá el Parlamento y el Presidente reconozcan que acá tenemos un problema muy, muy serio.

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